1.9. La somnolencia al volante

1.9.1. Introducción a las enfermedades y medicamentos en la conducción

La capacidad para conducir puede variar según la enfermedad y los medicamentos. Los trastornos neurológicos y las enfermedades mentales presentan un riesgo más elevado de accidentes, al igual que las adicciones (drogas, alcohol, medicamentos). Las enfermedades leves como un simple resfriado también pueden limitar la capacidad para conducir.

En todos los casos, es importante consultar al médico acerca de los efectos de la enfermedad y su tratamiento, a fin de tomar las precauciones necesarias para reducir los efectos negativos en la conducción.

Los enfermos crónicos deben conocer su enfermedad y los efectos secundarios de la medicación que toman. Además, deben saber anticiparse a una crisis y prevenir su aparición y, en caso de tenerla, no conducir.

También deben conocer si su medicación afecta o no a la conducción.

1.9.2. Los medicamentos

Todos los medicamentos, ya sean con receta médica o no, pueden afectar a la capacidad para conducir. El hecho de que sean medicamentos naturales no significa que no puedan tener un efecto en la conducción. Por eso es importante leer el prospecto antes y conocer los posibles efectos secundarios. Algunas precacuciones que debemos tomar son no automedicarnos o alterar la pauta prescrita por el médico, evitar mezclar medicamentos, salvo que nos lo indique el médico, tener especial cuidado al inicio del tratamiento por desconocimiento de cómo nos afecta y tener en cuenta que la cafeína y la taurina pueden interaccionar con la medicación.

1.9.3. Alergias respiratorias

Los síntomas de las alergias respiratorias suelen ser muy similares a los de un resfriado. Las alergias causan rinitis, estornudos frecuentes, ojos llorosos, visión borrosa, cansancio, etc.

Para reducir el impacto de las alergias respiratorias al conducir, es recomendable adoptar ciertos hábitos:

• En caso de usar antihistamínicos, se recomienda usar de tercera generación, ya que se reducen drásticamente sus efectos secundarios.
• Evitar abrir las ventanillas mientras se conduce para reducir la exposición a alérgenos presentes en el aire.
• No utilizar el aire acondicionado o climatizador en su máxima potencia, ya que configuraciones extremas pueden aumentar la concentración de partículas irritantes.
• Reemplazar el filtro de polen, especialmente en los meses de marzo o abril, para mantener una mejor calidad del aire dentro del vehículo.
• Realizar más descansos durante los desplazamientos largos, lo cual ayuda a combatir la fatiga y reduce el impacto de las alergias.
• Evitar conducir al amanecer y en zonas húmedas, ya que estos momentos y condiciones pueden presentar desafíos adicionales para quienes sufren de alergias respiratorias. Adoptar estas medidas puede contribuir significativamente a mejorar la experiencia de conducción y reducir los efectos adversos de las alergias en el bienestar respiratorio.

1.9.4. El estrés

El estrés puede tener graves repercusiones en la capacidad de conducir de forma segura, manifestándose en el conductor de la siguiente forma:

• El estrés puede aumentar la agresividad y la competitividad hacia otros conductores, afectando la dinámica en el tráfico.
• Provoca comportamientos imprudentes y una mayor aceptación de riesgos, lo que puede comprometer la seguridad vial.
• Resulta más difícil mantener la concentración bajo situaciones de estrés, lo que conduce a más distracciones y aumenta el riesgo de accidentes.
• La toma de decisiones se vuelve más lenta y se producen más errores en situaciones estresantes, aumentando la posibilidad de situaciones peligrosas en la carretera.
• Además, el estrés al conducir puede contribuir a un aumento del tiempo de reacción, afectando la capacidad de responder eficientemente a situaciones de emergencia.

1.9.5. La depresión

La depresión es una enfermedad muy frecuente en nuestra sociedad y afecta negativamente a la seguridad al conducir, aumentando las distracciones, ya que el conductor presta más atención a sus pensamientos y pierde la percepción del entorno, genera inseguridad, dificultando la toma de decisiones y propiciando errores, incrementa la probabilidad de experimentar somnolencia y fatiga al volante y provoca mayor irritabilidad y ansiedad.

El uso de psicofármacos que tratan trastornos mentales como la depresión, la ansiedad o trastornos del sueño, pueden modificar negativamente la capacidad para conducir y en determinados casos, se prohíbe conducir bajo su influencia. Pueden producir un aumento del tiempo de reacción, la aparición de periodos de somnolencia y visión borrosa.